Irse a vivir a otro país siempre es difícil, y muchas veces aterrador. Sobre todo un país como China – un país tan grande, tan exótico, con tanta gente y un idioma tan diferente. Pero si algo he descubierto, es que la transición no me ha costado tanto trabajo como uno podría pensar. Y creo que gran parte de eso se debe a mis raíces latinas.
Hay que recordar que China, al igual que muchos países en Latinoamérica, es un país en desarrollo. Claro, un desarrollo bastante acelerado, pero esta similitud significa que el estilo de vida en ciudades como Zhuhai, Qingdao o Chengdu no es tan diferente al estilo de vida en una ciudad latinoamericana.
Por ejemplo, los estándares de higiene son un poco más relajados que en países desarrollados. Esto significa que en China hay infinidad de puestos y mercados callejeros donde la comida tal vez no sea la más limpia, pero definitivamente es la más sabrosa, además de barata. Claro que esto no es algo nuevo para nosotros los latinos, quienes conocemos el placer de comer un antojo al lado de la calle. Como en todo, hay que tener sentido común en cuanto a qué comprar y qué comer, pero estas costumbres nos permiten disfrutar de lo mejor que China tiene para ofrecer y ahorrarnos el incómodo malestar estomacal inicial.
Otro aspecto en el que China y Latinoamérica son muy parecidos es el cierto caos que se percibe en la vida cotidiana. Claro que esto es parte del encanto de China, y para nosotros es simplemente lo que le da sabor a la vida. Esto se aprecia sobre todo en la “etiqueta vial”. En países desarrollados, el peatón tiene la preferencia, y los automovilistas deben ser muy cuidadosos en cuanto a su comportamiento al conducir si quieren evitar considerables multas. En China, los peatones somos los que debemos tener cuidado, y no es extraño ver a un taxi frenar a mitad de una avenida para recoger a un pasajero. Por fortuna, la situación es similar en muchos países latinos y podría decirse que ya no somos novatos en el arte de lidiar con conductores desconsiderados.
Por último, hay otra similitud entre China y los países latinos, y es algo a lo que no es difícil acostumbrarse aún no siendo latinoamericano: la calidez y amabilidad de la gente. Tanto los chinos como nosotros venimos de culturas donde la comunidad es muy importante, por lo que siempre encontrarás alguien dispuesto a ayudarte si te encuentras en problemas. Puede que no hables una sola palabra de chino, pero así sea con señas, imágenes o incluso buscando a alguien que hable inglés, siempre harán lo posible por entenderte y comunicarse contigo. Además, siempre con una sonrisa.